
CELESTE: ¿dijiste a comer, que hora es Amalia? (despedazándose elegantemente todavía en el lecho, echando los pies al suelo).
AMALIA: son más de las once, ya pasaron las burras de la leche...ya estará al caer el cuarto en e reloj de la iglesia.
CELESTE: de la Catedral Amalia,( mostrando en su corrección a la asistenta, una distante y condescendiente tolerancia)
AMALIA: Y qué más da. Pa mi toas las iglesias son iguales.
(Celeste es una mujer de 39 años, aún queda en ella algo de adolescente, tiene el aspecto de una mujer muy a la moda, con un punto de recato, de niña bien de provincias. Se mueve bien entre las seda y encajes de su camisón y bata, que se pone pausad amente al levantarse; con la naturalidad de quien no ha conocido otra cosa que el lujo y confort desde su cuna. Mira a Amalia como sin verla. Habla con ella como si no le dirigiera la palabra, un diálogo de lo estrictamente imprescindible. De manera intendente. Parece una niña que sola jugara con los personajes de un teatrillo de juguete. Como si todos los que la rodean fueran una proyección momentánea y accidental de sus pensamientos. Pareciendo el teatro de la soledad y el abandono, pese en que en ningún momento aparecerá sola en escena)....continuará.
2 comentarios:
Hola
Cuando te la estrenen me mandas invitaciones, iré aunque tenga que hacer de autoestopista
el teatro es mi mayor afición, antes que el cine,
un abrazo rosado para ti
y por cierto
¡¡Ole!!!!!!!!!!!!
Espero la continuación, eh? Así que ya estás tardando Uruguayita ;) Besos
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