El hambre hiere y hiere la belleza. El Unicornio hiere prisionero. Nos hiere el alma del aquel soldado que azotaban ayer en la sien y el pecho. Y nos duele el niño que maltratan, que no sabe leer ni le abriga un techo. Nos duele el aire gris en que se pierde la última luz, el final del pensamiento. La lágrima que cae del corazón si ser vista, la sangre, la espina, la piedad que nos viene desde dentro. A veces nos duele vivir y amar, no tanto a nosotros, como a los demás. Nos duele saber que al ir muriendo, hemos vivido más al desvivirnos. Más después de todo pienso...que merece la pena el vivir, el aprender, en la caída me levanto una y otra vez, me hago fuerte...mi herida...sirvió para crecer.
1 comentario:
Es muy cierto que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Las heridas de la vida nos fortalecen y nos hacen apreciarla cada vez más.
Impactante la imagen.
Un saludo.
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