Abre tus ojos grandes al asombro cada mañana y acompasa silenciosamente tu latido, porque un día comienza y nadie sabe nada de los días que se nos dan...para luego deshacerse en polvo y sobra...nadie sabe nada,
Pisa la tierra, vierte la simiente, coge el fruto y la flor...sin palabras, nadie sabe nada de la tierra muda y fecunda...que brota en silencio...nadie sabe nada de las flores ni los frutos ebrios de dulzura.
Mira la llamarada de los árboles...bebiendose el cielo azul...toca la piedra inmóvil de intraductible alma y el agua que camina por sus cauces ignorándolos...Sueña sobre ellos...en silencio...sin decirlo...porque nadie sabe nada de los árboles...ni de la piedra...ni del agua en fuga.
Mira las aves altas...desprendidas...limando el sol a golpe de alas, toma del aire el trino y el gorjeo...pero no quieras traducir su rítmo...nadie sabe nada de los pájaros.
Mira la estrella...vuela hasta su altura...enciendete la frete con su luz...más no inquieras su remoto arcano...nadie sabe nada de la estrella.
Besa los labios y los ojos, goza la carne del amante sazonada secretamente para ti...acomete con humilde decisión la tarea del instinto....crece en rama...pero no digas nada...nadie sabe nada de los besos y del amor, del placer...ni entiende la sacudida que nos pone el hijo entre los brazos.
Clama sin grito...llora en silencio...nadie sabe nada de las lágrimas.
Vete a hurtadillas...con paso firme...traspasa quedadamente la frontera....nadie sabe nada de la muerte.
